Fue en 2011 cuando José Rodrigues quedó encantado con la llanura alentejana y decidió comprar Monte da Ribeira, una propiedad de unas 12 hectáreas cerca de Évora, en una parcela de la antigua Herdade da Avessada, donde plantó un huerto y un pequeño viñedo. La compra de un tractor y de herramientas para cultivar la propiedad hizo necesaria la construcción de un garaje para guardarlas. Pero en un paisaje natural protegido como el suyo, esta construcción sólo sería posible como parte de un proyecto industrial como una bodega. De aquí surgió la sugerencia que desencadenó el deseo de plantar más viñas y elaborar su propio vino. A través de "pequeños y seguros pasos", como lo describe el productor, Monte da Ribeira se ha ido afirmando como, más que un lugar de reunión de familiares y amigos, un lugar de creación de vinos únicos y exclusivos.